Kioscos sin control: en la misma cuadra hay precios con un 50% de diferencia

No son productos de primera necesidad pero sí de consumo habitual, como alfajores, gaseosas o chicles. Al no existir cifras de referencia, hay locales que cobran “por servicio” y cuestan más, como el plus de los que abren 24 horas. Asociaciones de Defensa del Consumidor aconsejan cómo reaccionar y demandan que se cumpla la ley que exige que todos los valores estén a la vista.


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Kioscos sin control: en la misma cuadra hay precios con un 50% de diferencia (Click en la foto)
12/6/15

"Señora, camine", era la recomendación de la Liga de Amas de Casa en los años '90 para poder pagar a precio económico los productos de primera necesidad. A pesar de que una parte del panorama mejoró con el plan Precios Cuidados, hoy no hace falta buscar demasiado para encontrar una marcada disparidad en lo que cuestan las golosinas del kiosco: en una misma cuadra, puede haber diferencias de más del 50% en el valor y en algunos casos hasta se cobra más caro durante la noche. Especialistas del sector dijeron a Tiempo Argentino que hay kioscos que cobran "por servicio y no por producto". Lo cierto es que es difícil encontrar valores de referencia para los productos que se venden en estos locales de paso. Por eso, las asociaciones de Defensa del Consumidor aconsejan cómo reaccionar y demandan que se cumpla la ley que exige que los precios estén a la vista. "Después me lo traés", le dice la kiosquera a una joven a la que le falta una moneda de un peso para terminar de pagar la gaseosa.

Mónica Fraquelli tiene 60 años. Junto a su pareja, hace cuatro años y medio es dueña y única empleada de un kiosco del barrio porteño de Belgrano, sobre la avenida Cabildo. Sabe que está en desventaja respecto de las cadenas que ocupan enormes esquinas céntricas y abren 24 horas, pero busca hacer la diferencia con los precios y el vínculo con sus clientes, a pesar de que abre de lunes a sábado, sólo de día. "A gatas vivimos de esto mientras que ellos tienen varios empleados y no cierran nunca", dice para explicar por qué sus precios son mucho más bajos que los de las cadenas con las que comparte la cuadra.

Los Open 25, por ejemplo, con sedes en 12 provincias argentinas, tienen como política sostener los mismos precios en todos sus locales, que suelen ser bastante más altos que los de los kioscos convencionales. El clásico chocolate con almendras, por ejemplo, cuesta 13 pesos en esas mega-esquinas abiertas todo el día y llega a conseguirse a menos de 8 pesos en los kioscos barriales, incluso si comparten la misma vereda. La cadena 365, en cambio, no vende al mismo valor en todos sus locales. "Las golosinas aumentan cada siete u ocho meses. La gente se queja pero compra igual, aunque a veces busca opciones más chicas del mismo producto", describe Ezequiel Hernández, vendedor de uno de esos kioscos que abren de lunes a lunes.

Ignacio Scrocchi, ejecutivo de cuentas de la Asociación Distribuidores Golosinas y Afines (ADGYA) -que nuclea a los mayoristas del país-, detalla que esos productos, "que son de consumo masivo, tienen gran carga impositiva", y plantea de dónde podría surgir la disparidad de precios: "El kiosco de barrio suele remarcar un 40% el valor y la estación de servicio, un 80%, porque tienen que vender mucho para justificar la inversión en el alquiler. Además, hoy está más valorado el servicio que brindan, como tener abierto las 24 horas o poder consumir en el lugar." Para Scrocchi, "no hay abusos por parte de los kiosqueros", sino que "la diferencia en los precios se justifica en los distintos costos operativos, siendo los principales factores la versatilidad de costos de alquiler y la cantidad de empleados en función del servicio que brinda a la sociedad y los riesgos que asume." Para ADGYA, "la regulación de precios del sector sería muy difícil de aplicar".

Osvaldo Bassano, titular de la Asociación de Defensa de Derechos de Usuarios y Consumidores (ADDUC), está de acuerdo con que es complicado limitar los valores pero advierte: "Se podría tener más clara la referencia si se cumpliera la obligatoriedad de mostrar los precios. Lo que pasa es que nadie se ocupa de que se cumpla. En la Ciudad no hay inspecciones." Se refiere a la ley nacional de Lealtad Comercial (22.802), que establece las reglas elementales que deben cumplir los proveedores para cumplir con el derecho a la información de los consumidores. Allí se dispone la obligatoriedad para los comercios de exhibir los precios de los productos. Según informa la Dirección Nacional de Defensa del Consumidor y Arbitraje de Consumo, "los precios de los productos deben ser exhibidos o publicitados, por unidad, en forma clara, visible, legible y horizontal. En el caso de las vidrieras, todos los productos exhibidos deben tener su precio a la vista."

Bassano subraya, además, que las diferencias de precios no sólo se dan en las cadenas sino que además se acentúan según las zonas. "Si uno va hacia el norte por la avenida 9 de julio, o por Florida hacia Retiro, los precios empiezan a subir como por un ascensor. En las zonas céntricas o turísticas hay un plus y hasta se cobra más caro de noche", avisa. Tiempo pudo comprobar que eso ocurre en algunos de los locales que nunca cierran sus puertas y que suelen ofrecer otros servicios, como la carga de combustible, bar o lavadero de autos.

Como consumidor, Gabriel Kalinesti padece esos cambios bruscos: "Los precios se adaptan al entorno. En barrios periféricos, es más económico", dice este escritor oriundo de Remedios de Escalada. "Siempre me fijo los precios y voy consultando. Donde más varían es en los chocolates y alfajores", observa Stella Portillo, vendedora de un comercio de colchones. La kiosquera Fraquelli señala que "hay mayoristas que aumentan todas las semanas", lo cual justifica que a ella se le dificulte el mantenimiento de precios al consumidor.

En los últimos años, las variaciones de precios derivaron en el auge de los kioscos mayoristas con venta al público, que permiten acceder a precios más económicos y comprar en cantidad, en un contexto donde la inflación se mantiene aún en niveles elevados.

Raúl Juárez es vendedor y cajero de uno de ellos desde hace cuatro años y asegura que "los clientes llegan quejándose por los valores que encuentran en los kioscos comunes". Raúl dice que los dueños del local le consultan esos datos porque "están interesados en tener precios accesibles y mantener los clientes".

Bassano, de ADDUC, considera que, "como el kiosco es un lugar de consumo rápido, el Estado tiene que estar presente", y destaca que "por día, un consumidor tiene entre 10 y 15 relaciones de consumo diarias". Ante un panorama tan disperso, Beatriz García, presidenta de la asociación Consumidores Argentinos, dice que, "si no se puede evitar el libre mercado, hay que ejercer el poder de compra". Destaca que "ahora, con el Observatorio de Precios (contemplado en la nueva ley nacional), va a surgir la cadena de valor de los productos y se podrá ver de cerca cómo se va generando el precio". Mientras tanto, el consejo de García es: "Cuando una persona nota que está por comprar algo que no está en precio, que no lo adquiera en ese lugar y, antes de retirarse, se lo informe al kiosquero, para que él sienta la presión de que sus ventas van a disminuir si los precios no se acercan a lo que debería costar."

En el escenario de la provincia de Buenos Aires, las diferencias de precios son similares a lo que ocurre en Capital, pero con algunas variaciones. Hay menos quioscos por cuadra, y menos desbarajuste en los valores. Para Pedro Busetti, titular de la ONG Deuco, "los precios en estos locales son libres, y es muy difícil controlarlos, salvo en experiencias realizadas con las grandes cadenas, como fue Precios Cuidados". De todos modos, el defensor de usuario aseguró que "además de que debe regir la exhibición de precios, también es obligatorio que se respeten los precios sugeridos por los proveedores".

"Muchos cambios"

-Rosa Coronel, 27 años, empleada doméstica: "Suelo comprar alfajores y algún almuerzo. Hay muchos cambios de un kiosco a otro, aunque estén cerca. Pero noto muchas más diferencias de precios en las avenidas. En calles internas hay más equidad."

"Compran igual"

-Ezequiel Hernández, 26 años, kiosquero: "La gente se queja pero igual compra o busca alternativas que sean más baratas. Yo vendo en un local de la Capital que tiene buenos precios para la zona, pero vivo en Ciudad Evita y allá consigo precios más económicos."

"Cosa de locos"

-Emanuel Amaya, 26 años, carnicero: "Soy de San Fernando y cerca de mi casa compro la gaseosa de más de dos litros a 25 pesos, mientras que en la Capital Federal está a 40. Es una cosa de locos. Llegué al kiosco con 30 pesos y me tuve que volver."

El poder del consumidor

Consultado respecto al relevamiento de precios de Tiempo en productos de primera necesidad en quioscos, el secretario de Comercio, Augusto Costa, explicó que "si bien no hay una ley que obligue a los comerciantes a vender a un precio determinado, sí se puede controlar un precio tomando como referencia los valores acordados en Precios Cuidados". Es que el plan alcanzado con los proveedores y grandes cadenas de supermercados estableció valores de referencia de productos que, incluso, también se venden en los quioscos, como es el caso de los snacks, golosinas y bebidas. "Salvo en los cigarrillos, no hay obligación de vender a un precio determinado, y ahí es el consumidor el que debe decir si convalida o no un precio alto, según la circunstancia en la que se encuentre", detalló el funcionario. Y contó que "muchas veces las grandes marcas que proveen a quioscos les ofrecen a los locales bonificaciones especiales para que sus precios no sean ni muy altos ni muy bajos, y por lo general eso se aprovecha, porque son promociones muy agresivas por parte de las marcas".






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